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Nadie

puede hacerse

cristiano

Por Samuel Santiesteban

Dios es quien nos hace cristianos. ¿Había usted pensado alguna vez en esto? Cuando meditamos dentro de nosotros mismos, y a la luz de las Sagradas Escrituras llegamos a una conclusión muy profunda:

 

Podremos hacernos budistas, hindúes e islámicos. Podríamos convertirnos al judaísmo o al  espiritismo y podrán optar algunos por hacerse santeros; pero nunca podrá el ser humano por su propia decisión y sus esfuerzos hacerse cristiano.

 

Es que el hombre no tiene iniciativa ni manera, ni modo alguno de hacerse un seguidor auténtico de Dios. Esta iniciativa viene del trono de la gracia y procede del Creador. Es la gracia bendita de Dios (quien en su soberana voluntad) decide alcanzar al infiel corazón del pecador. 

 

Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. (Juan 3:19)

Espero que  Dios esté haciendo una obra grande en su corazón a través de mis indignas letras porque sólo Dios es quien puede revelar a su alma lo siguiente: si usted se siente un cristiano es porque el Santo Espíritu de Dios se lo ha revelado y lo ha convertido.

 

Y no se trata solo de una revelación, sino que es Dios quien lo ha hecho a usted: un cristiano.

 

Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. (Juan 16:8) ¿Quién vendría? ¿Quién nos convence? ¿Quién nos convierte para poder amar más a la luz que a las tinieblas?

 

Sólo podemos inclinarnos a Dios porque su gracia irresistible ha decidido alcanzar nuestro corrupto corazón.

 

Es que el cristiano está llamado a desprenderse de toda su gloria, para dar toda la gloria a Dios. Y parte de esa total entrega de gloria es reconocer que Dios y solo él, es quien lo ha hecho cristiano.

 

Por esto, al cordero de Dios sea toda la gloria en lo absoluto, por los siglos de los siglos. Amén.

Apocalipsis 5:12).

El hombre muerto en delitos y pecados, (Efesios 2:1-5) está totalmente incapacitado para amar a Dios antes que a las tinieblas. Dios y solo Dios es quien puede generar en el corazón del pecador una inclinación hacia él.

 

Ser cristiano no es seguir una serie de rituales, asistir a la iglesia, hacer ciertas cosas y abstenerse de otras. Convertirse en cristiano es tener una relación personal con Jesucristo. Dicha relación es dada a través de la fe, y en este misterio de relación con Dios y de fe, hay dos verdades eternas:

 

1) Amamos a Dios, porque él nos amó primero.  (1Juan 4:19).

2) Tenemos fe en Dios, porque Él nos la entregó.   (Efesios 2:8).

Arrepentimiento

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Y este hombre se acerco a Jesús tratando de hacerse cristiano. Jesús, (Dios-encarnado) le pone bien difícil esta conversión y le deja saber una profundidad teológica enteramente divina.

 

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. (Juan 3:5).

Quizás no sabes qué es eso de nacer de agua y del Espíritu, (en este caso en mayúscula). Le quiero referir al pasaje donde su discípulo Pedro reconoce que Jesús es el Hijo de Dios y de inmediato recibe estas palabras de parte de él:

 

Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. (Mateo 16:17).

 

Dios tiene que frustrarnos para poder salvarnos. Si al hecho de hacernos cristiano, le adjuntamos "gloria del hombre", "victorias", "iniciativas", "éxitos", "moralidad", o "religiosidad" estamos sencillamente restando y menguando la gloria eterna que tiene la obra del Espíritu Santo en la redención de nuestras miserables almas.

 

La gloria del hombre es como la de un globo lleno de aire. Dios tiene muchas maneras de pinchar nuestro "globo de gloria terrenal o carnal" y dejarnos totalmente quebrantados y humillados para que podamos hacernos cristianos.

Dos ejemplos de este pinchazo de Dios a la gloria del hombre podrían ser los siguientes: 

 

Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche antes que el gallo cante, me negarás tres veces.

(Mateo 26:34).

 

Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. (Mateo 19:21). 

 

Por favor, observe la letra de este himno tradicional que dice: Tendrás que renacer, de cierto, de cierto te dice Jesús, tendrás que renacer.

La salvación es del Señor.

Es Dios quien la inicia, conserva y la finaliza.

¡Es el Señor quien me libra

de la ira de Dios!

Es que el cristiano auténtico, siempre siente esa voz tierna y santa del Espíritu Santo dentro de su alma: ¡Llamándole!

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