Hubo quien por mis culpas
muriera
en la cruz
El legado teológico de los
himnos de mi infancia.
Creo que definitivamente cuando el compositor se describe como un indigno y vil pecador es porque ha comprendido la depravación total a la que el hombre se ha visto envuelto desde el momento del pecado original, en el Huerto del Edén.
Es interesante y de gran bendición para mí alma como en este himno recae todo el peso del mensaje sobre el Autor de nuestra redención y las estrofas dicen así:
Que Él llevó mis pecados. Él es el tierno y sublime. Que Él sufrió los desprecios, y mi alma Él salvó.
Él es el tierno y es humilde cual nadie lo fue. Él es quien puede convertir al infiel corazón. Esta frase me hace recordar mucho el siguiente ensayo anexo al tema.
Y luego el autor basado en la ternura y el amor de Dios es que está seguro de la eterna salvación de su alma, y por ende escribe: Y soy libre de condenación.
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida
(Juan 5:24).
Después de entonar toda esta locomotora de la Gracia del Salvador, usted y yo estamos deseando hacer "buenas obras" y entonces es que podemos dar algún testimonio no-religioso de nuestra fe en la Obra de Jesús.
¡Oh! es que hay tanta iniciativa y obra perfecta realizada por el Salvador que ya queremos hacer algo para Él y por Él, es por ende que el compositor escribe:
Es mi anhelo constante a Cristo seguir. Y de inmediato nos recuerda la locomotora del Evangelio: Mi camino su ejemplo marcó y por darme la vida Él quiso morir. En la cruz mi pecado clavó.