Proyecta a Cristo Jesús, del pesebre hasta
la cruz
Por Samuel Santiesteban
Sobre la Navidad
Es muy cuestionable por eruditos y estudiosos el tiempo correcto del nacimiento del Hijo de Dios. No creo que exista una fecha precisa y exacta para este evento histórico y trascendental, en toda la historia de la humanidad. Algo sí es, y muy cierto: Un día en esta tierra, Cristo Jesús nació en Belén de Judea.
El Mercadeo de la Navidad
La Navidad se ha convertido en un tiempo de comercio descomunal para millones de negocios en todo el mundo. Y usted se puede dar cuenta que no ha comenzado Diciembre y ya comienzan las rebajas navideñas y los anuncios comerciales.
Los mercados dan ofertas sin treguas, las cadenas televisivas y de radio no paran ni un instante de colocar los más bellos clásicos navideños para anunciar todas las cosas que puedan vender durante el tiempo de la Navidad.
Todo se convierte en un gran negocio de ganancias multimillonarias y lo que pasa es que el verdadero significado de la gran redención que el niño-Dios nos trajo, se empaña y se confunde, cada vez más.
"Porque si mis pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; y si fueran rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana".
Isaías 1:18.
Mi propia perspectiva de la Navidad
No me he olvidado de este famoso y clásico himno navideño, ¡Oh, Blanca Navidad! Lo único que no consiste de tanto esplendor blanco ni de tanta nieve, sino más bien de un rojo carmesí.
Es que lo más blanco que mi Navidad tiene es la redención alcanzada por la muerte de Jesús en la cruz del Calvario. La paz de Su justicia y el descanso que en Su obra perfecta puede hallar el verdadero hijo de Dios.
¡Cristo no nació
para un
show terrestre!
sino para ir a la muerte,
y muerte de cruz.
Los adornos de la Navidad
Cada día más, el árbol navideño, las luces, los adornos, los colores, los trineos, los bastones, etc. son cambiados por el establo, el pesebre y el niño-Dios que vino a este mundo para morir en una cruz y salvarnos de la perdición eterna.
Usted puede notar claramente que en los EE.UU se utiliza menos frecuente el nacimiento, en muchas de las casas adornadas por motivo de la Navidad. Y adornos de índole comercial y pagano van tomando fuerza y el pesebre cada día, se observa menos, en la Navidad.
Sólo basta mencionar a Santa Claus. Este viejo bonachón que entra por las chimeneas a repartir regalos a los niños el día de noche buena y a colocarlos en lo más intimo de su habitación. No es más que otro personaje pagano que opaca la misma presencia del Señor en la Navidad.
Le invito a un reto: Vaya por las escuelas (sobre todo de los EE.UU) y pregunte a los niños y jóvenes: ¿saben ustedes por qué se regala en Navidad? o ¿cuál sería el regalo más importante a recordar, en esta Navidad?
Esta perspectiva de la Navidad no se centra tanto en el nacimiento de Jesús y de todos los eventos que lo acompañan, sino que sin temor alguno proyecto a Cristo del pesebre hasta la cruz.
Es precisamente allí, donde se encuentra el mensaje más precioso y excelso que la Navidad tiene.
Cristo nació no tanto para hacer una gran celebración por este evento, sino que nos invita a preguntarnos y a meditar: ¿Por qué nace Dios entre nosotros? ¿Para qué viene a este mundo? ¿Qué necesidad tan imperiosa tenemos los mortales para que Dios descienda a habitar entre nosotros?
La blasfemia moderna en Navidad
Hay un nuevo estilo de felicitación que está haciéndose muy común. Hace unos días pude subir al metro de esta ciudad de Miami y me quedé impactado como en el frente de la locomotora principal había un cartel muy similar a la imagen antes expuesta.
"Felices Fiestas", pues son tantas las libertades acá que no se puede ofender a otras personas que tiene creencias diferentes y que no creen en el niño-Dios, que nace en la Navidad.
Esta es una de las más recientes blasfemias del mundo capitalista, materialista y moderno. La idea es ir opacando el nacimiento más importante que pueda celebrar toda la humanidad.
No necesito tanto de un pesebre, como de una cruz.
No necesito tanto de un nacimiento, como de una muerte.
No necesito tanto de un advenimiento, como de una resurrección.