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La prédica

que apunta

siempre

a la obediencia

Por Samuel Santiesteban

He perdido la cuenta del número de mensajes que he escuchado a lo largo de mi vida, que apuntan a la obediencia. En mi peregrinar por la fe cristiana he escuchado tantos sermones enfocados en la disciplina y el testimonio del cristiano que a veces me han producido cierto cansancio y me han hecho ver a la religión cristiana como algo agotador y tormentoso.

 

Me he hecho la pregunta muchas veces, ¿Por qué los predicadores tienen que apuntar con sus mensajes a las obras y los frutos del creyente casi siempre?. A veces creo que los predicadores se gozan en poner cargas a sus rebaños y no cesan de hablar de cómo debe ser el testimonio, conducta, matrimonio, diezmos y las ofrendas de las ovejas. (Mateo 23:4).

 

El Domingo pasado tuve la bendición de escuchar una prédica bien diferente y el pastor analizó de una forma breve la vida de Noé y nos dejó ver una perspectiva de su conducta que antes no tenía. Es que debemos aprender a sacar los tesoros de gracia escondidos, en la Santa Palabra de Dios.

 

Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé. (Génesis 6:9).

 

La prédica del evangelio torcido fácilmente cae en la tentación de hacer hincapié en la conducta y el testimonio de Noé. Es común escuchar la prédica que no se enfoca en Dios sino en el hombre, la que no insiste en el plan soberano de Dios, sino que recalca el testimonio y la conducta de los "fieles" hombres de La Biblia.

 

Un predicador puede llegar a desarrollar toda una teología barata sobre la persona de Noé, y de esta manera mágica puede dejar a toda su congregación desanimada y hueca por no ser justos y perfectos en su caminar con el Señor.

 

Los congregados vuelven a salir del templo abatidos y cansados, reflexionando de cuán infieles han sido al Señor y de cuán lejos están de tener una conducta que agrade a Dios.

 

Muy fácil los predicadores pueden pasar por alto las riquezas de esta historia y no dar luz a las almas de las profundidades del Evangelio de Cristo.

 

Seguidamente exponemos unos versículos que dejan ver en un lenguaje más humano y comprensible para nuestras mentes finitas las conclusiones a las que Dios estaba arribando, y dicen así Las Escrituras:

 

Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.

 

Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. (Genesis 6:5,6 y7)

Por supuesto que Dios no se arrepiente de nada, ni ha de sorprenderle aquellas criaturas caídas que decidieron desobedecerle y desearon ser como dioses conociendo el bien y el mal. (Génesis 3:22).

Sin embargo hay un misterio en el versículo siguiente y dice así: Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. (Génesis 6:8). Gracia: un concepto muy poco conocido en la mentalidad del Antiguo Testamento.

 

Noé no fue tan justo y perfecto sobre aquellos hombres de su generación. Noé no era tan correcto por sus conductas o su testimonio. La Palabra de Dios que es santa y precisa en capítulos posteriores nos aclara una buena sorpresa.

Noé comenzó a cultivar la tierra, y plantó una viña. Un día Noé bebió vino y se emborrachó, y se quedó tirado y desnudo en medio de su tienda de campaña.(DHH,Génesis 9:20 y 21).

 

Entonces, ¿dónde podría encerrar La Biblia este misterio del favor inmerecido de Dios hacia Noé? ¿por qué podría haberle Dios considerado como justo y perfecto?

 

Concluímos:

 

Que Noé halló gracia delante de Jehová Dios porque había puesto su fe en Él y de inmediato al bajar del arca y tocar suelo seco decide hacer un altar en gratitud a Dios quien le había salvado.

Y de esta forma apunta al Cordero limpio y sin mancha que un día vendría a morir por nuestros pecados en la Cruz del Calvario. Estos versículos nos describen la fe de Noé en las promesas de Dios.

Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar. 

Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. 

(Genesis 8:20 y 21).

Otro misterio escondido en Las Escritras está en los descendientes de Adán. Dice que Lamec esperaba alivio por el nacimiento de su hijo Noé, que significa descanso.

 

“Este nos aliviará de nuestras obras”. No era sólo el deseo y la expectativa que generalmente tienen los padres tocante a sus hijos, de que ellos serán consuelo y ayuda; sino que también significa una expectativa de la llegada del Salvador. Una esperanza en el promesa de Dios.

 

¿De dónde vendría esta luz divina en Lamec cuando esperaba este alivio en su hijo Noé?

(Génesis 5:28 y 29).

 

No quiero hacer más extenso esta reflexión y suplico de favor a mis amigos lectores que tomen un tiempo de reflexión para que Dios nos ayude a entrar al arca bajo la cosmovision de un un Nuevo Pacto de Gracia y Amor.

Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo,

y fue hecho heredero de la justicia

que viene por la fe.

(Hebreos 11:7)

¡Qué misterio! poder entrar en el arca no por nuestras conductas religiosas 
sino por haber creído en el sacrificio del Cordero de Dios,
que quita el pecado 
del mundo.

 
(Juan 1:29).
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