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La gracia
de Dios
en un
Salmo

de La Biblia.

Por Samuel Santiesteban.

Aunque ande en valle de sombra de muerte. No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. (Salmo 23:4).

La gracia irresistible e insondable de Dios nos muestra por toda la Biblia que la oveja descarriada tiene un Pastor que estará con ella en el valle de sombra y de muerte. ¡Oh! ¡qué maravilla! el hijo desobediente, rebelde y malgastador sabía que tenía un Padre que le esperaba con los brazos abiertos.

Es Dios quien te mete en el redil y es Dios quien te hace hijo del Padre. Dijo Cristo: Un hombre tenía dos hijos.

(Lucas 15:11).

No importa cuán perdida esté la oveja o el hijo, es la gracia de Dios la que cuenta, y es la que comienza y termina siempre su obra. (Filipenses 1:6).

Al escribir este ensayo meditaba en  la gran responsabilidad que tienen mis amigos pastores. ¡Ah! y es que llevan sobre sus hombros la responsabilidad de infundir el aliento de Dios a sus ovejas.

 

Y también me preocupan tantas ovejas del redil que afanadas y turbadas van en busca de un "pastor", las ves de iglesia en iglesia, y de ministerio en ministerio buscando ese anhelado "pastor" porque no saben alimentarse del Buen Pastor, de aquel quien es el Pastor de todos los pastores.

El cristiano que ha atravesado por la disciplina del Señor aprende con los años a estar conectado con Jesús, el Pastor Divino. A tomar del agua que salta para Vida Eterna y a no tener sed, aprende en el valle de sombra a comer del Pan de Vida y a no tener más hambre. 

Si consideras que eres una oveja descarriada, no importa en que despeñadero estés, no importan cuanto lejos te hayas ido. El Pastor de los pastores está ahí y quiere tomar Su vara y Su callado para infundirte el aliento de Dios y no precisamente para darte palos.

Y ¿Qué es el aliento de Dios?

 

Recordemos en el huerto cuando Dios crea Adán y dice: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. (Génesis 2:7).

Este Salmo enseña a los creyentes a confiar y descansar en la bondad y la misericordia de Dios, porque es la gracia de Dios la fuerza y el motor impulsor de todo cristiano. Esta gracia seguirá tras nosotros todos los días de nuestra vida y en la casa de Jehová nos hará morar por largos días.

Porque la vara y el cayado del Pastor no serán más usadas para la condenación sino para infundir aliento, vida, gozo, paz, y perdón.

 

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El valle de sombra de muerte se interpreta (por muchos eruditos) como la muerte física; pero el apóstol Pablo dijo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?

¿Dónde, oh sepulcro, victoria?. Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

(1Co. 15:55-57). 

Sabemos que El Buen Pastor nos protege de la muerte todos los días de nuestra vida. Nosotros podemos amanecer sencillamente porque Dios nos regala su bondad y su misericordia, las cuales son “nuevas cada mañana y grande es su fidelidad.” (Lamentaciones 3:22-23).

El valle de sombra de muerte también pueden ser los azotes que tenemos en este mundo de dolor y lágrimas: el divorcio, la muerte de los seres queridos inesperadamente, los accidentes, las enfermedades, la falta de empleo, las familias divididas, los hijos descarriados del Evangelio, etc. Se puede hacer una lista muy larga de las tribulaciones que pude ofrecernos este mundo en caos y alejado De Dios.

¡Oh! El valle de sombra de muerte puede denotar la aflicción más grave y terrible que pueda afrontar cualquier creyente. 

“Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová”.

(Salmo 34:19).

 

Librar no significa que no tengamos que afrontarlas o pasar por ellas; pero en medio de cualquiera de estas angustias el Pastor de los pastores,“en lugares de delicados pastos nos hará descansar; junto a aguas de reposo nos pastoreará. Confortará nuestras almas; y nos guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”.

¡La iniciativa de Dios está ahí siempre! Dios es quien me hará descansar, Él es quien me pastoreará, confortará mi alma, y me guiará. Todo lo sigue haciendo Dios, quien es el Pastor de los pastores para mí, pues soy la oveja descarriada del redil del Buen Pastor.

“No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. 

(Salmo 23:4).

No importa cuán descarriada

esté la oveja,

ella no tendrá temor alguno

porque el Pastor de los pastores

promete estar allí, con ella.

 

Ahora, pues, ninguna condenación hay

para los que están en Cristo Jesús.

Romanos 8:1

Jesús, El Buen Pastor,
quiere auxiliar a todas sus ovejas, por desobedientes, aventureras o descarriadas que estén.
 
Dios está esperando tu regreso al redil, Él quiere abrazarte y hacer una gran fiesta contigo.

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