Cuando
todos condenan,
Jesús no lo hace.
Por Samuel Santiesteban.
Entonces los escribas y fariseos (religiosos de la época) le trajeron a Jesús una mujer sorprendida en adulterio y poniéndola en medio de él, le dijeron:
Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres, Tú, pues, ¿qué dices?
(Juan 8:3-5).
Este Portal Cristiano tiene como fin llegar a los pecadores, a los caídos, a los apartados del redil, a los que están cojos y mancos y a los que no conocen la gracia bendita de Dios.
Queremos mostrar de una manera o de otra la gracia irresistible del Salvador. Porque nadie en el mundo podrá acercarse a Dios por moral que sea o por buenas obras que haya hecho en esta tierra.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8 y9).
Hay muchas personas en el mundo que siguen pensando con mucha seguridad que por ser buenas personas, por haber siempre tratado de hacer el bien, o por tener compasión y misericordia de los más necesitados pues han asegurado su paz con Dios, y tienen asegurada la entrada al cielo.
Muchas iglesias están repletas de cristianos moralistas. Son personas con muchas responsabilidades en la iglesia, manejan finanzas, organizan eventos, están en todas las reuniones y no pierden ninguna de las vigilias, los ayunos y los retiros que puedan organizarse.
Usted y yo también estamos entre estos dos grupos, los dispuestos a tirar las piedras o de aquellos pocos que vienen quebrantados a los pies del Señor. Ambos somos grupos de pecadores y ninguno estamos excepto de tal condición. ¡Hijos del primer Adán somos todos!
Todos necesitamos la compasión de Jesús, Su misericordia y el toque sublime de Su gracia. ¿A cuál grupo de pecadores pertenece usted?
Vea este video y escuche esta canción que hay al final. Dios es quien puede dar la bendición que mis letras no pueden ofrecer. Es el Espíritu Santo de Dios quien puede producir en nosotros un espíritu genuino de quebrantamiento.